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Aunque existen multitud de aceites distintos (de colza, de coco, de almendra, de aguacate, de cacahuete, de sésamo…), en España usamos esencialmente dos: aceite de oliva y aceite de girasol.
Pero ¿qué tipo de aceite es mejor? En el artículo de hoy, te explicamos las diferencias entre el aceite de oliva y el aceite de girasol a nivel organoléptico, culinario y nutricional, para que puedas decidir cuál te conviene más.
Aceite de oliva y aceite de girasol: diferencias
Tanto el aceite de oliva como el de girasol son aceites vegetales. Mientras que el primero se extrae de las aceitunas, el segundo se consigue prensando las semillas de la planta del girasol. Veamos su valor nutricional, sus propiedades organolépticas y su procedimiento de extracción:
Valor nutricional
El aceite de oliva tiene muy buena fama, y con razón. Es rico en polifenoles, que destacan por sus componentes antioxidantes y antiinflamatorios, y en grasas monoinsaturadas (contiene un 87% de ácido oleico), que son muy beneficiosas para nuestro organismo, especialmente para nuestra salud cardiovascular.
También encontramos estas grasas saludables en otros alimentos, como el aguacate, los frutos secos y, por supuesto, las aceitunas.
La FESNAD (Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética) explica en el Consenso sobre las grasas y aceites en la alimentación de la población española adulta que entre el 20 y el 25% de la energía diaria que consumimos debe provenir de los ácidos grasos monoinsaturados, cuya fuente principal tendría que ser el aceite de oliva.
En cambio, el aceite de girasol contiene una mayor cantidad de grasas poliinsaturadas (un 60% es ácido linoleico). Aunque también son grasas saludables, debemos consumirlas en menor medida que las monoinsaturadas. El de girasol no es el único aceite que contiene estas grasas: también las encontramos en los aceites de maíz, soja y cacahuete.
Propiedades organolépticas
A primera vista ya podemos observar diferencias entre ambos aceites. El aceite de oliva tiende hacia el verde, porque se extrae de la aceituna (la tonalidad cambiará en función de la variedad utilizada). En cambio, el color del aceite de girasol es amarillo pálido.
A nivel gustativo también hay grandes diferencias. El aceite de girasol tiene un sabor muy suave y dulce. El de oliva, en cambio, nos aporta muchos más matices: puede ser dulce, ácido, amargo, picante, afrutado… De hecho, cualquier aceite de oliva virgen extra debe pasar por una nota de cata para poder llevar la etiqueta “extra” y asegurar que no presenta defectos organolépticos.
Procedimiento de extracción
El aceite de oliva virgen extra se extrae en frío a través de procedimientos mecánicos, por lo que mantiene todas sus vitaminas y polifenoles intactos, a diferencia de los aceites de oliva refinados.
Por eso es tan importante asegurarnos de que estamos comprando virgen extra: bajo la etiqueta de aceite de oliva a secas se suelen enmascarar aceites de baja calidad. Si quieres saber más sobre el tema, te recomendamos este artículo sobre el AOVE.
Y, ¿qué ocurre con el aceite de girasol? Durante el proceso de extracción, siempre que no se especifique lo contrario en la etiqueta, se somete a procesos químicos de refinado que no nos interesan, tal como ocurre con los aceites de oliva refinados. Si optamos por adquirir aceite de girasol tenemos que fijarnos en que sea virgen y alto oleico.
¿Es mejor freír con aceite de oliva o de girasol?
Tal vez te sorprenda la siguiente afirmación: no es conveniente freír con aceite de girasol, puesto que no resiste a las altas temperaturas, lo que resulta perjudicial para nuestro organismo.
El aceite de oliva virgen extra, en cambio, es la opción ideal para las frituras, porque alcanza perfectamente los 160-180 grados antes de empezar a resentirse. Su punto de humeo es más alto.
¿Por qué, entonces, existe la creencia de que es mejor freír con aceite de girasol? La respuesta reside únicamente en el precio: el aceite de girasol es más barato que el AOVE, y como para freír utilizamos una mayor cantidad de aceite que para el resto de elaboraciones, muchos deciden ahorrar en este punto.
Sin embargo, vale la pena hacer números y determinar si realmente nos conviene ahorrarnos esta diferencia; el ahorro no debería ser notorio, puesto que tampoco consumimos grandes cantidades de aceite en nuestro día a día.
¿Qué aceite es más recomendable para la salud?
La respuesta de la comunidad científica es unánime: el aceite de oliva virgen extra es el más recomendable para la salud. Y no solo eso, sino que está considerado uno de los alimentos más saludables del mundo.
Tal como hace hincapié la FESNAD, “si la grasa es un importante componente de la dieta, aún es más importante su calidad, definida por su composición en ácidos grasos”.
Así pues, debemos apostar por un aceite de primera calidad, que nos aporte todas las vitaminas y minerales que nuestro cuerpo necesita. “Más que una recomendación de ingerir tal o cual cantidad de AGM [ácidos grasos monoinsaturados], en España hay que insistir en el uso del aceite de oliva virgen como grasa culinaria principal”, insiste esta federación.
En definitiva, no es que el aceite de girasol sea malo, sino que el aceite de oliva virgen extra tiene muchísimas más propiedades saludables, por lo que será siempre la opción ideal.
AOVE de arbequina
No todos los aceites de oliva son iguales: en Gaudea elaboramos AOVE de arbequina de primera calidad, para que puedas disfrutar de su sabor delicado y de sus extraordinarias propiedades. ¡No te quedes sin tu oro saludable!